Armand Guerra. Carne de Fieras, un film maldito
José Estivalis Calvo, más conocido por sus pseudónimos de José Silavitse, Cantaclaro, o Armand Guerra, nació en Llíria el 4 de enero de 1886 y falleció en París el 10 de marzo de 1939. Fue un tipógrafo y cineasta anarquista que combatió el fascismo con su cámara. Hijo de campesinos pobres, fue monaguillo y fue internado en un seminario de Valencia, que abandonó evolucionando hacia ideas anticlericales.
A los trece años empezó a trabajar de tipógrafo. En 1899 fue encarcelado por participar en una huelga anarquista y en 1908 se marchó a París con su hermano. En 1909 colaboró con el grupo de exiliados anarquistas de Ginebra Germinal, y después de hacer colaboraciones en diversas publicaciones de carácter anarquista en 1911 marchó a El Cairo para establecerse en una comunidad anarquista italiana. En 1913 volvió a París y empezó a interesarse por el cine. Al mismo tiempo que trabajaba de tipógrafo, la Unión de Sindicatos de Francia le invitó a hacer reportajes de cine social (a través de la cooperativa fundada por él Cinema du peuple) y adoptó su seudónimo Armand Guerra.
En 1915 trabajó como tipógrafo en Lausana y en 1917 se estableció en Madrid, donde fundó la empresa Cervantes Films. Después de realizar seis filmes sin eco comercial, en 1920 volvió a Lausana, donde trabajó de autor, director y traductor de guiones para filmes alemanes. Durante los años 20 trabajó en los estudios de la UFA en Berlín y en 1925 participó como actor en Sommernachtstraum (El sueño de una noche de verano) de Hans Neumann, junto al actor y libertario Alexander Granach, con quien también trabajó en Nosferatu de FW Murnau . Asimismo, fue corresponsal en Berlín de la revista de Barcelona Popular Film, donde le prohibieron un filme.
En 1930 recibió algunas ofertas para dirigir en España, pero no regresó de Alemania hasta 1931. Trabajó por el Cine Popular Español e intentó fundar unos estudios cinematográficos en Valencia, pero fracasó por falta de apoyo económico, y en 1934 trabajó como actor en La alegría que pasa (1934) de Sabino Antonio Micon. En 1936 proyecta el filme revolucionario Carne de fieras, con escenas de desnudo femenino, pero el estallido de la sublevación militar impidió su estreno. Durante el conflicto colaboró con la CNT AIT en la elaboración de documentales y conferencias sobre el frente y la guerra. Fue encarcelado por el
Servicio de Inteligencia Militar (SIM) del 8 de abril al 26 de agosto de 1938 en el barco Uruguay en el puerto de Barcelona, de donde fue liberado por mediación del secretario general de la CNT AIT, Mariano Vázquez.
En febrero de 1939 consiguió embarcar hacia Seta, de donde después de pasar por varios campos de concentración consiguió reunirse con su familia en París, donde murió de un aneurisma poco más tarde. La mayor parte de su producción se ha perdido, ya que su compañera destruyó casi todos sus escritos en Perpiñán en 1942 y sólo quedan fragmentos.
En 1992 su filme Carne de fieras fue restaurado y exhibido por el Patronato Municipal Filmoteca de Zaragoza. Rodada en 1936 por Armand Guerra y recuperada durante el verano de 1991, la película existe actualmente gracias a la reconstrucción realizada por Ferrán Alberich y apoyada por la Filmoteca de Zaragoza. “Carne de fieras» es un denominado «film maldito» que comenzó a rodarse el 16 de julio de 1936, pero por causa de la sublevación militar en España la filmación se interrumpió durante algún tiempo. Producida por Arturo Carballo, el rodaje concluyó en el mismo año, en circunstancias adversas, pero la película no surgió a la luz hasta 1992, tras un trabajo de reconstrucción a cargo de Ferrán Alberich.
Según cita Ana Marquesán, una de las restauradoras de la película, «uno de los aspectos más llamativos era la incorporación de escenas de desnudos, al mostrar a una de sus protagonistas, bailando sin ropa en una jaula de leones. No se trata de un plano fugaz, como en otras escenas de películas anteriores, sino de secuencias completas que pivotan sobre la desnudez de la actriz en una cinta que perseguía fines comerciales más allá de los circuitos clandestinos del cine pornográfico”. “Carne de fieras” era citada a menudo por ello como una “rareza” de nuestro panorama cinematográfico, en el que se veía rodeada de un halo casi legendario. Sin embargo, una vez reconstruida, su singularidad e interés no se ven mermados, sino que se amplían en otras direcciones. La libertad con que se aborda el desnudo no es sino el reflejo de una mentalidad que puede hacerse extensiva a otros elementos de la cinta. Su propia urdimbre dramática presenta las relaciones sentimentales entre sus protagonistas con una libertad que el cine español no conocería hasta muchos años después.
Aquí os dejamos el film