Semana de lucha en Popeye’s – Madrid
El primer fin de semana de lucha en Popeye’s ha sido un éxito. Prácticamente todos los repartidores/as y algunos/as compañeros/as de cocina han secundado nuestra convocatoria de paros parciales. Esto, sumado a los piquetes informativos han conseguido que nuestro centro de trabajo quedara prácticamente paralizado.
Si bien sabíamos que convocar paros parciales coincidiendo con comidas y cenas iba a funcionar a las mil maravillas con un negocio de comida rápida, no las teníamos todas con nosotros/as. Después de tomar la decisión de convocar los paros y hacerlo público, la empresa comenzó a jugar sus cartas: Asegurarse a encargados/as y gerentes, amedrentar a los/as compañeros/as más jóvenes, intentar traer esquiroles/as de otros centros y, por supuesto, elaborar unos horarios que dejaran fuera de los paros a los/as compañeros/as más comprometidos/as. Sirva de ejemplo que al delegado de la sección le pusieron casualmente a librar todo el fin de semana siendo que esto no ha ocurrido nunca en casi un año que lleva trabajando en la empresa.
Pero los/as compañeros/as de la sección no nos echamos para atrás y confiamos los unos en los/as otros/as para seguir adelante con lo planeado y llegó el viernes 1 de septiembre.
Durante el primer paro del mediodía, y por culpa de la estrategia ya mencionada que llevó a cabo la empresa, apenas hubo seguimiento por parte de la plantilla. El reloj se acercaba rápidamente a la hora señalada y el desánimo comenzó a apoderarse de nosotros. No os vamos a engañar. Fue entonces cuando entró en juego nuestro mejor aliado, el sindicato. Comenzaron a llegar los/as compañeros/as y, tal y como estaba planeado, organizamos un piquete informativo en la puerta de nuestro trabajo. Vecinos/as y transeúntes empezaron a conocer la explotación de la que somos víctimas y el Popeye’s de la calle López de Hoyos, 153 en Madrid fue vaciándose a medida que pasaban los minutos haciendo del primer paro un empate técnico.
Llegó entonces la noche, con ella el segundo paro y el olor de la victoria. Los/as repartidores/as (muchos/as de ellos/as afiliados/as) fueron llegando poco a poco y aparcaban sus motos a un lado para unirse a los cánticos del piquete organizado por el sindicato. En cambio, el personal de cocina y los/as encargados/as (Por razones obvias) fueron reticentes a unirse salvo algunas excepciones. Pero era lo de menos porque al igual que durante el mediodía el establecimiento se fue vaciando y los/as esquiroles/as se quedaron mirando al techo.
La clave estuvo en el cierre del servicio a domicilio gracias al parón masivo de los/as repartidores/as que hartos de aguantar la precariedad a la que nos somete la empresa demostraron a la dirección que somos los/as trabajadores/as quienes tenemos la sartén por el mango.
A partir de aquí, el resto del fin de semana fue coser y cantar. Llegaba la hora del paro, iban volviendo los/as repartidores/as de entregar sus pedidos para unirse al piquete y nuestro centro se paraba a medida que dejaban de entrar clientes que no querían ser cómplices de nuestra explotación. Cada paro transcurrió con la rutinaria visita de la policía, que en el peor de los casos intentaba quitarnos el megáfono sin éxito y en el mejor no salían del coche patrulla, con el apoyo de los/as vecinos/as que espontáneamente nos mostraban su apoyo desde los balcones y con el entusiasmo general de vernos todos/as juntos/as peleando por lo que es nuestro, alegres y orgullosos/as.
Después de la experiencia de este primer fin de semana de septiembre, la plantilla mantendrá la moral alta para el que viene. Porque recordamos que los paros están convocados de manera indefinida y no van a parar hasta que la empresa nos garantice unas condiciones más justas y un salario digno.